
No Solo Datos: La Construcción de la Realidad a Través del Discurso Científico Dominante
La ciencia se presenta a menudo como un camino objetivo hacia la verdad, un compendio de datos y hechos irrefutables. Sin embargo, la perspectiva de Alexis Roig nos invita a ir más allá de esta visión simplista para reconocer que el discurso científico dominante es, en sí mismo, una poderosa arquitectura de poder. No solo describe la realidad; en gran medida, la construye y la legitima, influyendo profundamente en la opinión pública, en las políticas gubernamentales y, crucialmente, en conceptos tan complejos como la autonomía estratégica europea.
La Ciencia: Narrativa y Legitimación
Cuando un estudio científico concluye que una determinada dieta es la más saludable, o que una fuente de energía es la más viable, o que una tecnología específica es la clave para la defensa nacional, esas conclusiones no son solo “información”. Se convierten en narrativas que guían nuestras acciones, nuestras inversiones y nuestras leyes. El discurso científico dominante es aquel que, por su visibilidad, financiación y respaldo institucional, logra establecer los términos del debate, las preguntas válidas y las soluciones aceptables.
Alexis Roig argumenta que esta capacidad de definir lo que es “verdadero” o “posible” otorga a la ciencia un poder inmenso. Pensemos en cómo los informes científicos sobre el cambio climático han transformado las agendas políticas globales, o cómo las investigaciones en inteligencia artificial están moldeando el futuro de la economía y el empleo. Estas no son solo predicciones; son fuerzas activas que reconfiguran el mundo.
La Autonomía Estratégica Europea: Un Caso de Estudio en el Discurso Científico
El concepto de autonomía estratégica europea es un ejemplo perfecto de cómo el discurso científico se convierte en una herramienta de poder y construcción de la realidad. Europa busca reducir su dependencia de potencias externas en áreas críticas como la tecnología, la energía, la defensa y la salud. Esta búsqueda no es solo una decisión política o económica; está profundamente arraigada en un discurso científico dominante que:
- Identifica las Debilidades: La ciencia y la investigación europea se encargan de diagnosticar dónde se encuentran las lagunas tecnológicas o las dependencias críticas (por ejemplo, en microchips, vacunas, o tecnologías 5G). Este análisis científico crea la narrativa de la “vulnerabilidad”.
- Propone Soluciones Tecnológicas: Son los científicos, ingenieros y tecnólogos quienes diseñan las soluciones para lograr esa autonomía: nuevas baterías, procesadores más eficientes, innovaciones en energías renovables, capacidades de ciberseguridad avanzadas. El “qué hacer” surge directamente del ámbito científico.
- Legitima la Inversión: Los informes técnicos y los estudios de viabilidad científica justifican las enormes inversiones públicas y privadas necesarias para construir esa autonomía. El argumento de que “la ciencia nos dice que esto es posible y necesario” es una herramienta poderosa para movilizar recursos.
Así, la autonomía estratégica europea no es solo un objetivo político; es una realidad que se está construyendo activamente a través de un discurso científico dominante que define los problemas, propone las soluciones y valida las acciones. Sin el respaldo y la dirección de la ciencia, este concepto sería una aspiración vacía.
Cuestionando la Objetividad: Un Poder en Manos de Pocos
La preocupación de Roig radica en que, si bien la ciencia es una fuerza para el progreso, el discurso científico dominante puede estar influenciado por intereses económicos, políticos o incluso por sesgos implícitos de quienes lo financian o lo difunden. Cuando una narrativa científica se vuelve hegemónica, puede silenciar voces disidentes, limitar la investigación en áreas “no prioritarias” o incluso dictar políticas sin un debate social más amplio.
Comprender que la ciencia es una “arquitectura de poder” nos obliga a ser críticos no solo con los datos, sino con la forma en que esos datos son interpretados, comunicados y utilizados para moldear nuestra percepción de la realidad y nuestras decisiones colectivas. En el contexto de la autonomía estratégica europea, esto significa preguntarse no solo “qué tecnología necesitamos”, sino también “quién decide qué tecnología es la prioridad y por qué”.
Conclusión: La visión de Alexis Roig nos invita a mirar la ciencia con una lente más compleja. No es solo un conjunto de herramientas o un proveedor de datos, sino un constructor activo de nuestras realidades y una poderosa fuerza en la arquitectura del poder global. La autonomía estratégica europea es un claro ejemplo de cómo el discurso científico dominante no solo informa las decisiones, sino que las legitima y las impulsa, recordándonos la importancia de una vigilancia crítica y una participación informada en cómo se utiliza el conocimiento científico.